Nuestra psicóloga del Centro de Logopedia y Audiología Isabel Olleta, de Logroño, interviene tanto con niños y adolescentes como personas adultas de cualquier edad. Nuestro equipo de psicología está en continua formación para ofrecer la mejor terapia adaptada a la persona que acuda demandando este servicio. En la actualidad ofrecemos la terapia psicológica de forma presencial y online, adaptándonos a tus necesidades. A continuación especificamos algunos de las dificultades que tratamos:
Nuestros hijos son pequeñas personas que no se definen por sus logros o sus fracasos, sino por ser ellos mismos, únicos por naturaleza. Como adultos somos responsables de ofrecer recursos emocionales y sociales a los niños que les permitan vivir en un entorno mucho más saludable tanto interno como externo.
Así, manteniendo pleno compromiso con el bienestar infantil y adolescente, en nuestro centro creemos necesario ofrecer la posibilidad de fortalecer psicológicamente a los niños y de prepararles para hacer frente a las dificultades emocionales e interpersonales que acompañan de manera intrínseca a la vida cotidiana.
Porque al fin y al cabo la vida no es sólo lo que transmiten los cuentos de hadas y esto es algo que debemos tener muy presente en la crianza de nuestros pequeños.
Síntomas depresivos: Estos síntomas podemos identificarlos en niños o adolescentes que presentan un estado de ánimo depresivo y/o irritable la mayor parte del día , o una disminución del interés en cosas en las que antes encontraba una fuente de placer. También la pérdida de peso, insomnio, enlentecimiento/agitación psicomotriz, fatiga, sentimientos de inutilidad/culpa, dificultades para pensar/concentrarse/decidirse etc son signos de alarma que nos pueden dar pistas sobre estos problemas.
Problemas de Ansiedad: Los problemas de ansiedad suponen la prevalencia mayor de todos los problemas de la infancia y adolescencia, por lo que el hecho de que los niños manifiesten síntomas de ansiedad es algo más frecuente de lo que pensamos. Además, se puede afirmar que muchos de ellos se agravan desde la infancia y/o adolescencia y pueden perdurar hasta edades adultas si no se abordan de manera temprana.
Acoso escolar: El acoso escolar (también conocido como hostigamiento escolar, matonaje escolar, matoneo escolar, maltrato escolar o en inglés bullying) es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado tanto en el aula, como a través de las redes sociales, con el nombre específico de ciberacoso. Estadísticamente, el tipo de violencia dominante es el emocional y se da mayoritariamente en el aula y patio de los centros escolares. Los protagonistas de los casos de acoso escolar suelen ser niños y niñas en proceso de entrada en la adolescencia, siendo ligeramente mayor el porcentaje de niñas en el perfil de víctimas.
Celos infantiles: Los celos infantiles se definen como un estado subjetivo caracterizado por una sensación de frustración al creer que ya no somos correspondidos emocionalmente por las personas queridas (padres, parejas...) o, al menos, con la intensidad y frecuencia que deseamos o necesitamos.
Muchas son las causas que pueden disparar los celos. En la infancia es habitual la aparición de celos tras el nacimiento de un hermanito. En cierto modo, el niño se protege y reclama seguir teniendo la misma atención que se le dispensaba antes y que ahora tiene que ser compartida. Por tanto, puede tener un cierto valor adaptativo. No obstante, en muchas ocasiones, la respuesta de celos es exagerada, prolongada en el tiempo y cursa con gran malestar y deterioro en las relaciones familiares. Es, en estos casos, cuando la ayuda profesional es imprescindible.
Timidez / Déficit en Habilidades Sociales: ¿Tenemos habilidades sociales? Y si las tenemos, ¿las ponemos en práctica? A lo largo del ciclo vital tenemos que relacionarnos en escenarios muy variados, desde el patio del colegio hasta una entrevista de trabajo pasado por pedir una silla libre en la mesa de al lado. Inevitablemente tenemos que relacionarnos con los demás en diversas situaciones sociales y debemos adaptar nuestro comportamiento a cada una de ellas. En ocasiones ocurre que sentimos vergüenza o miedo de que los demás puedan juzgarnos en esos momentos y optamos por actuar con retraimiento y timidez.
Dejar de evitar situaciones que nos crean temor y aprender a actuar correctamente logrando disfrutar de las relaciones sociales es posible llevando a cabo un adecuado entrenamiento en habilidades sociales. Nosotros podemos ayudarte.
Desobediencia: Debemos entender como desobediencia el hecho de que el niño se niegue a hacer aquello que se le pide y sabe hacer (por ejemplo: “Carlos, siéntate y empieza a comer los cereales”) o bien aquello que se le indica que no haga (“Carlos, no molestes a tu hermano y déjale estudiar”). En estos casos también es habitual que el niño se salte una regla establecida con anterioridad (“Mateo, sabías que no podías ver la televisión hasta que no acabases los deberes”).
Siendo el problema de la desobediencia un problema de alta incidencia, es importante saber que estas conductas tienden a desaparecer por sí mismas con la edad (por ejemplo, a los dos años y medio suele manifestarse la llamada crisis de terquedad que luego desaparece). No obstante, resulta conveniente evaluar si la frecuencia y la intensidad de estas conductas suponen un deterioro en el funcionamiento familiar y social, pues es necesario establecer la línea entre lo normal y lo patológico, así como la conveniencia de intervenir.
Agresividad: Debemos destacar que la agresividad es una respuesta normal que puede surgir ante la frustración. Cuando algo se interpone entre nosotros y lo que deseamos, se produce una frustración que puede poner en marcha energías complementarias para alcanzar ese objetivo. Sin embargo, a veces esa respuesta es inadecuada y negativa.
Concretamente el repertorio conductual del niño agresivo se caracteriza por conductas específicas como destructividad, combatividad, crueldad, irritabilidad, desafío a la autoridad, irresponsabilidad, necesidad de llamar la atención y bajos niveles de sentimiento de culpabilidad. Este tipo de conductas suelen disminuir hacia los cuatro/cinco años, pero en algunos niños persisten más tiempo, lo cual se asumen como un predictor de un intenso comportamiento agresivo en la adolescencia y edad adulta.
Conducta Disocial: Se caracteriza por un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el que se violan los derechos básicos de otras personas o normas sociales impropias de la edad. Las conductas que pueden aparecer son: agresión a personas y animales, destrucción de la propiedad o bienes, fraudulencia o robo y/o violación grave de las normas. Todo ello, puede provocar un deterioro significativo en la actividad social y académica del menor.
Asesoramiento a padres: Desde nuestro ofrecemos asesoramiento a padres y madres en el proceso de desarrollo de los niños y adolescentes. Ser padre no es tarea fácil y es normal que en algún momento nos podamos topar con una situación que nos desborde. Es por ello que ofrecemos apoyo y orientación a padres y madres a la hora de enfrentar situaciones difíciles de sobrellevar.